La Verdad Sin Malicia
Santo Domingo, R.D.- En la ya tradicional entrevista de los lunes, conocida como «La Semanal», el presidente Luis Abinader sorprendió a los dominicanos con un anuncio que muchos describen como el “golpe bajo del siglo”. El escenario no pudo ser más dramático: acompañado del ministro de Hacienda, Jochy Vicente, quien parecía más un boxeador en la esquina esperando dar el golpe final, se lanzó la tan temida propuesta de reforma fiscal.
Si pensabas que tu salario ya estaba en la lona, prepárate porque el marbete para los vehículos de más de 5 años va a costar el doble. ¿Que antes pagabas 1,500 pesos con el sudor de tu frente? Pues, agárrate bien, porque ahora tendrás que soltar 3,000 pesitos por ese vehículo que ya lleva más de 30 años rodando por las calles como un guerrero veterano. Algunos juristas ya lo llaman “la teoría del caramelo envenenado”: parece dulce, pero por dentro te deja la cuenta en números rojos.
Y, claro, el dominicano no pierde su chispa. En los barrios ya se dice que si el aire no fuera gratis, los pobres nacerían sin nariz. Porque aquí, si no te la ponen difícil, no es vida. El costo de vivir en República Dominicana se ha vuelto un episodio de supervivencia: entre los hospitales públicos que se ven más llenos de extranjeros que de dominicanos y los seguros de salud que te cubren menos que un paraguas roto, cualquiera se muere de la risa… o de otra cosa, en una sala de espera.
¡Y no hablemos de las pensiones! Porque si pensabas que el retiro sería un respiro, piénsalo dos veces. Los pensionados que no tienen un padrino político viven con el glorioso salario de 10,000 pesos mensuales, lo que en dólares sería apenas un “gracias por participar” de 166 dólares. Héroes nacionales, como miembros de las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional, quienes dedicaron sus vidas al país, ahora sobreviven con ese cheque, mientras lidian con enfermedades como el cáncer o, peor aún, las cuentas del supermercado.
En este país, si no fuera por el calor del Caribe, ya hubiésemos emigrado todos. ¿O será que ese es el plan?